Madre Marí­a Amparo

Fundadora de nuestro convento

Madre María Amparo, nacida en 1889, fue quien, años después, fundaría nuestro monasterio en Cantalapiedra, Salamanca.

MADRE MARÍA AMPARO

Biografía

Madre María Amparo, nacida en 1889, fue quien, años después, fundaría nuestro monasterio en Cantalapiedra, Salamanca

Desde niña fue agraciada por Dios con dones extraordinarios que la llevaron a querer ser “toda de Jesús y toda para siempre”. Ya a los 10 años de edad recibió del Señor una visión que, aunque no comprendió por entonces, si entendió que encerraba la Voluntad de Dios para ella y para todas las almas que Él mismo asociaría a este proyecto de su Corazón: “Era una casa semejante a un convento, pero estaba fundado sobre un río de gracias…me pareció ver cómo llegaban las almas en figura de palomas […], pero no bebían del río sobre el que estaba edificada la casa, sino del mismo Corazón de Jesús, que las acogía con amor entrañable”.

Siendo ya clarisa en el Monasterio del Corpus Christi de Salamanca empezó a comprender que en aquella visión, que tuvo siendo niña, se le estaba revelando la fundación de un convento cuyo fin debía ser el de consolar, amar y reparar el Corazón de Jesús y rezar especialmente por la santificación de los sacerdotes y de las almas consagradas, y en la que ella sería el instrumento elegido por Dios. Pero, ¿cómo? ni los medios, ni la salud física de sor María Amparo eran prometedores, sin embargo “para Dios no hay nada imposible”.

Contando, por todo haber, con un SÍ confiado en el Corazón de Jesús, se puso en marcha la fundación del Monasterio de aquella visión en la villa de Cantalapiedra. Se inició en la Casita de la plaza y con tan solo 3 hermanas, sin embargo 9 años más tarde, habiendo aumentado considerablemente el número de hermanas, la Comunidad se trasladó al Monasterio edificado de nueva planta en la misma Cantalapiedra. El gran celo de Madre María Amparo por la unión y profunda caridad entre las hermanas sirvió de fundamento en la edificación espiritual de la Comunidad, avalada por su propio testimonio de abnegación y entrega al Corazón de Jesús. Consumida por la enfermedad y abrasada por el amor a Dios fallece, en olor de santidad, el 6 de julio de 1941, acompañada de todas las hermanas. Dejó tras de sí una vida ejemplar de entrega confiada y amorosa al Sagrado Corazón, así como una numerosa y floreciente Comunidad religiosa, deseosa de seguir caminando en fidelidad a sus enseñanzas.

Muchos son los testimonios de seglares y religiosos que conocieron y fueron testigos del amor de Dios que irradiaba su persona. De la misma manera, son muy numerosos los testimonios de personas que han experimentado su intercesión desde el Cielo. El 2 de julio de 1994 San Juan Pablo II firmó el decreto de sus virtudes heroicas.

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